Hay veces que preguntarse el «por qué» pasan las cosas, no es tan útil o tan beneficioso como preguntarnos el «para qué«, o de qué manera podemos aprender de ellas. El coronavirus ha trastocado la vida de la mayoría de las personas, en el peor de los casos de manera contundente, en otros, con menor dramatismo pero con consecuencias nada positivas.
Mejora la calidad del aire en la capital tras las medidas adoptadas para hacer frente al coronavirus
Y es que en esta vorágine, donde el cierre de colegios, el teletrabajo o el cese de desplazamientos se ha convertido en un imperativo, es casi nuestro deber y nuestra responsabilidad sacar el lado positivo y aprender, de ese lado bueno que a veces tienen las cosas más inhóspitas de la vida.
En este caso una de las consecuencias agradables de evitar todos estos desplazamientos, ha sido la mejora de la calidad del aire para nuestra capital.
Y es que del mismo modo que la cuarentena logró que China redujera sus emisiones en un 25%, también se espera que estas medidas tengan un efecto positivo en toda Europa.
En Madrid es ya todo un hecho. Y es que de momento, y según el portal web de la Calidad del Aire del Ayuntamiento de Madrid, el índice de partículas de dióxido de nitrógeno, de azufre o de ozono, está considerado actualmente como «Muy bueno» en zonas como Juan Carlos I, Tres Olivos o El Pardo, y «Bueno» en el resto.
Lejos de la cotidianidad o normalidad del día a día y de la vorágine de la capital española, con algo más de perspectiva, podemos observar cómo sí es posible reducir la contaminación.
Porque estamos demostrando que tenemos la responsabilidad, la solidaridad y la empatía suficientes como para hacerlo posible, empecemos a pensar qué podemos aprender con todo esto y cómo podemos hacerlo posible.
Porque la adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecido dormidos, aprovechemos este momento para salir fortalecidos.
